Entre datos y vidas: estampas de una lucha
La economía salvadoreña se caracteriza por el predominio absoluto de las micro y pequeñas empresas (MYPE) como principales fuentes del 70% del empleo. Aproximadamente el 95% de las empresas están compuestas por MYPES; dentro de este grupo, los empresarios de subsistencia representan un 49%. A pesar de su importancia en la economía, su realidad aún es poco conocida.
En un esfuerzo por aclarar la situación de este segmento, el Observatorio MYPE realizó un estudio en comunidades de todo el país, entrevistando a 537 empresarios, de los cuales el 66% eran de subsistencia. El estudio revela preocupaciones significativas: sus negocios solo alcanzan para cubrir necesidades básicas como la alimentación, dejando poco o ningún margen para gastos esenciales.
La lucha de Henry
Henry, un barbero en su hogar, encarna la dura lucha de un amplio sector de empresarios de subsistencia que se ganan la vida y con ello alimentan a muchos de los hogares en condiciones similares, la mayoría liderados por mujeres (60% de empresas en el sector de subsistencia son dirigidas por mujeres). Como muchos empresarios de este tipo, Henry es de mediana edad, 30 años, y apenas pudo terminar su educación básica.
“Al inicio, venir de una familia de pocos recursos fue un gran desafío. Me costó comprar las herramientas necesarias, pero ahorré y logré comprar mis primeras máquinas, lo que mejoró mi negocio.” comenta Henry. Esta limitación influye en su capacidad para gestionar y expandir su negocio, restringiendo sus oportunidades de crecimiento.
Desde temprana edad, Henry mostró interés en los negocios. A los 13 años comenzó a vender pan y, después de terminar sus estudios, optó por aprender el oficio de la barbería, en el cual ya lleva seis años. “La falta de empleo fue una gran motivación para emprender; al no encontrar trabajo” comenta Henry. Muchas personas le aconsejaron que aprendiera un oficio, con la esperanza de abrir puertas y tener mayores oportunidades.
El negocio de Henry tiene niveles de ventas por debajo de los 600 dólares, con una media de 585 dólares mensuales. Con un margen aproximado del 50%, apenas le alcanza para sufragar parcialmente sus gastos de comida, transporte, educación y salud. Su capacidad para cubrir sus gastos ha venido cayendo mes a mes como resultado de la inflación. Cada día se enfrenta a crecientes dificultades para pagar sus gastos, lo que lo obliga a reducir la calidad y cantidad de comida para él y su familia. A esta situación para muchos empresarios, se suma el pago de créditos que están atrasados que representan más del 50% de su ingreso disponible, y solo con el apoyo de las remesas logran salir adelante.
Entre la supervivencia y la pobreza extrema
El índice de precios al consumidor para alimentos y bebidas no alcohólicas cerró en mayo en $156.28, reflejando un incremento del 2.71% respecto al año anterior. De forma acumulada, en los últimos 3 años, la inflación se sitúa en un 25% en promedio. Esta tendencia inflacionaria pone una presión constante sobre los hogares salvadoreños, especialmente aquellos con ingresos limitados. Para los empresarios de subsistencia, estos aumentos en los precios de los alimentos básicos representan una carga adicional ya que sus ingresos deben estirarse aún más para cubrir estos incrementos.
El rescate de las remesas: salvavidas para empresarios en apuros
Si no fuera por la ayuda que recibe de sus familiares, Henry no podría sobrellevar el creciente aumento de los precios y la disminución de las ganancias de su negocio. Como tres de cada diez salvadoreños, las remesas juegan un papel crucial en la supervivencia de muchos empresarios de subsistencia. El 33% de ellos recibe remesas con un promedio de $259 y, de este grupo, el 39% ha considerado mejorar su negocio con estos fondos. Sin embargo, la dependencia del sector de remesas refleja la insuficiencia de los ingresos generados por sus negocios, perpetuando un ciclo de dependencia económica externa.
Desafíos país de cara a esa problemática
Los empresarios de subsistencia en El Salvador enfrentan una serie de desafíos económicos y sociales que dificultan su capacidad para mejorar sus condiciones de vida. La inflación, el alto costo de la canasta básica y la falta de programas de rescate crediticio son solo algunos de los obstáculos que deben superar. A pesar de esto, Henry, como miles de empresarios de subsistencia, ha visto mejorar sus ventas en el cierre del trimestre pasado y espera con optimismo este próximo trimestre.
Henry es un ejemplo de la resiliencia y de la actitud admirable con la que este tipo de empresa familiar lucha para sobrevivir en un mundo con inflación. Su historia es un testimonio del esfuerzo incansable y la valentía de aquellos que, a pesar de las adversidades, continúan adelante, sosteniendo no sólo a sus familias, sino también contribuyendo significativamente a la economía del país.