Las empresarias MYPE enfrentan una realidad compleja en El Salvador. Aunque el 60% de las micro y pequeñas empresas (MYPE) están lideradas por mujeres, muchas se encuentran atrapadas en los segmentos más vulnerables. Según el estudio El Estado de la MYPE 2024: La otra cara de la economía, las principales causas son la falta de acceso a recursos financieros, bajo nivel educativo y barreras estructurales que limitan su crecimiento en sectores más rentables.
Para cambiar este panorama, USAID a través del programa Catalyze WBR lanzó el proyecto Mujer Apoyamos tu Desarrollo en colaboración con Banco Integral y la Escuela LID de FUSAI. Este programa brindó formación empresarial a 100 empresarias MYPE y les facilitó el acceso a crédito con Banco Integral, dos factores clave para impulsar su crecimiento. Para comprender el impacto de estos programas, nos hemos acercado a Ruth de Valladares, quien lidera su empresa “La Haciendita”, para conocer de primera mano la resiliencia de las empresarias MYPE y cómo proyectos como este se convierten en puentes hacia un mayor bienestar.
Los primeros pasos de una historia marcada por la resiliencia
Ruth Recinos de Valladares vive en La Paz junto a sus tres hijos. Desde niña, aprendió a enfrentar la adversidad. “Vivía en el campo y desde los 15 años comencé a trabajar”, relata. A través de diversos oficios, desde costurera hasta vendedora de pupusas, Ruth se esforzaba por contribuir al sustento familiar, ya que los ingresos que sus padres obtenían del campo no eran suficientes para cubrir todas las necesidades del hogar.
Más adelante, formó una familia, pero debido al fallecimiento de su esposo tuvo que criar sola a su primer hijo. “No fue fácil cuidarlo sola; muchas veces me sentí sin esperanza, pero no podía rendirme y seguí adelante”, agrega.
Posteriormente, tuvo dos hijos más con una nueva pareja, pero las adversidades no cesaron. Durante su tercer embarazo, tuvo que cerrar su negocio de pupusas y sobrevivió gracias a las remesas enviadas por su esposo, quien se había visto obligado a emigrar a causa de la inseguridad que enfrentaba el país.
En este momento enfrentó el episodio más desafiante de su vida cuando la enfermedad golpeó a su puerta. Ruth recibió un diagnóstico de cáncer mientras su padre también enfermaba gravemente debido a su avanzada edad. “Tuve que decidir entre operarme o quedarme con mi papá”, confiesa con la voz quebrada. Decidió acompañar a su padre, pero, lamentablemente, él no logró recuperarse. Ruth se sometió a la operación, encontrando en sus hijos y su negocio su mayor fuente de fuerza. “Me puse a dedicar más tiempo a cosas que me dieran fuerzas para seguir adelante: mi familia y mi negocio”, reflexiona.
Estos primeros pasos no fueron fáciles. Ruth comenta que la falta de estudios fue una barrera constante. “No tener estudios era algo que me detenía… pero lo superé”, afirma con orgullo. Como Ruth, muchos empresarios del sector MYPE también enfrentan esta barrera. Según el INMYPE 2023, el 42.7% de los empresarios no cursaron ningún grado educativo o, como máximo, llegaron a sexto grado.
Inspirada por los recuerdos de trabajar junto a su padre en el campo, Ruth encontró una nueva oportunidad para salir adelante. Comenzó a explorar formas de mejorar su negocio y adquirir más conocimientos. Fue entonces cuando identificó una necesidad: los agricultores locales enfrentaban problemas para acceder a insumos para el cultivo y el control de plagas. “Ahí fue donde comenzó todo. Vi una necesidad y también una oportunidad para poner un negocio como el que tengo”, explica con orgullo, recordando los inicios modestos de su empresa, La Haciendita.
La competencia de los grandes y la revancha de Ruth
Con su negocio en marcha, al principio todo iba bien. Las ventas aumentaban y los clientes llegaban constantemente. Sin embargo, esta bonanza no duró mucho. Con el tiempo, los grandes proveedores entraron al mercado. “No es una competencia fácil, porque no solo nos proveen a nosotros, también venden productos directamente”, explica. Esto la afectó significativamente: “Poco a poco mis clientes comenzaron a bajar, buscaban lo más cómodo para ellos”, relata.
Esta experiencia parece ser una realidad para muchos empresarios del sector. Según el Informe de Dinámica Empresarial MYPE del tercer trimestre de 2024, casi la mitad (45%) de los empresarios han percibido una creciente competencia desde inicios del 2023. Este fenómeno puede atribuirse a la mejora en la seguridad, que ha facilitado la entrada de grandes empresas a los mercados locales, una realidad que Ruth ha vivido de cerca.
Fue en estos momentos difíciles cuando encontró una oportunidad al participar en el proyecto Mujer Apoyamos tu Desarrollo impulsado por el programa Catalyze WBR de USAID. Gracias a las capacitaciones que recibió de la Escuela LID de FUSAI, Ruth adquirió habilidades gerenciales que le permitieron reorganizar sus ideas y mejorar la estructura financiera de su negocio. “Me ayudó a levantarme, a tomar nuevas ideas y recordarme que sí podía”, comenta con entusiasmo.
Además, el proyecto le permitió acceder a un crédito con Banco Integral. “Gracias al proyecto logré ordenar la contabilidad de mi empresa y con eso obtuve mi primer crédito con Banco Integral”, menciona con ilusión. Con este financiamiento y los nuevos conocimientos, Ruth logró el impulso que necesitaba. “La competencia se dio cuenta de que no podían seguir con los mismos precios. Ahí, con el impulso del proyecto, fue mi oportunidad para recuperar a mis clientes”, comenta con una sonrisa.
Puentes para lograr sueños
Contar con proyectos como Mujer Apoyamos tu Desarrollo son fundamentales para apoyar a las empresarias MYPE que enfrentan barreras significativas en su sector y buscan crecer económicamente. La historia de Ruth demuestra que cada emprendedor representa una historia de éxito en potencia y que, con el apoyo adecuado, es posible superar barreras y mejorar la calidad de vida del propietario y su grupo familiar.