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La creatividad y el salto digital de las MYPES

escrito por Miguel Huezo Mixco
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Por Miguel Huezo Mixco. Coeditor de PaísMype. Observatorio MYPE

Imaginemos una feria sin toldos: millones de salvadoreños descubren y compran desde una pantalla. En ese mercado sin fronteras, la MYPE que combina su oficio con herramientas digitales y analítica de datos, capta atención, mejora sus ventas y fideliza clientes. En ese proceso ocupa un lugar central la creatividad. No es adorno, sino parte de una estrategia que, al cruzarse con lo digital, aumenta las ventas, abre mercados, fortalece la marca y proyecta identidad cultural.

En El Salvador, el encuentro de las MYPES y la digitalización avanza de forma desigual. El Informe Estado de la MYPE 2025 (Observatorio MYPE y FLACSO) revela que más del 60 % de las microempresas usa la tecnología sólo para comunicarse, mientras que menos del 15 % ha incorporado herramientas de gestión (inventario, facturación, CRM) o comercio electrónico.

Un estudio de la OEI (2024) muestra que, en El Salvador, la digitalización potencia a las Industrias Culturales y Creativas (ICC) en sectores como la publicidad, el diseño, la moda y el turismo creativo, y está presente en la producción, la distribución y las ventas.

Aunque no fueron consideradas en el mencionado estudio de la OEI, las artesanías — jarrones hechos con técnicas ancestrales, joyería artesanal a base de productos reciclados o jabones hechos con productos orgánicos, entre otros — son una de las ICC que tienen hoy una ventana de oportunidad con el auge turístico que experimenta el país. Con más de 3.4 millones de visitantes y US $3,600 millones en ingresos en 2024, los pequeños talleres que den el salto al mundo digital pueden convertir ese flujo de visitantes y gasto turístico en ventas sostenidas y empleo local. 

La artesanía y el mundo digital

La oportunidad es ahora: integrar artesanía y turismo puede multiplicar ingresos y encadenar beneficios en los territorios. Pero para lograrlo, no basta “estar en internet”: el reto es crear valor con lo digital

Las empresas no deben limitarse a presentar sus productos en redes; también deben producir catálogos bilingües y construir relatos que destaquen los valores intangibles del proceso artesanal, como la identidad y el origen de los productos, los cuales se convierten en ventajas competitivas.

Avanzar en esta dirección exige desatar algunos nudos: formación intermitente y poco especializada; financiamiento que no entiende los ciclos creativos; articulación frágil entre MYPES, academia y Estado; y comercialización con baja presencia en plataformas de comercio electrónico. 

Desatar esos nudos no requiere una gran reforma, sino decisiones coordinadas: tender puentes de formación entre universidades, empresas, gremios y territorios; abrir laboratorios de prototipado con metas verificables; trazar rutas de comercialización en alianza con plataformas de comercio electrónico y operadores logísticos; crear catálogos bilingües y fichas técnicas; y, muy importante, establecer un sello de autenticidad con criterios de origen, técnica y calidad.

Uno de los mayores hitos de la artesanía salvadoreña tuvo su origen en el talento y la visión de Fernando Llort, artista plástico, humanista y promotor cultural. Inspirado en el paisaje montañoso, la vida cotidiana y los personajes campesinos de La Palma, Chalatenango, Llort desarrolló un lenguaje visual propio, colorido y simbólico, que conjugaba la espiritualidad popular, la geometría ingenua y la alegría de lo cotidiano.

Su estilo fue replicado y reinterpretado por numerosos talleres artesanales, consolidando una de las expresiones más reconocibles del arte salvadoreño contemporáneo. Llort demostró que una artesanía con raíces culturales sólidas puede convertirse en una marca país. 

En la era digital, donde la copia y la saturación visual son comunes, preservar una identidad auténtica es clave para destacar y conectar emocionalmente con el público. Llort demostró no solo vendía objetos, sino un relato de identidad, esperanza y color que impulsó el desarrollo local. Hoy, la digitalización puede ampliar estos beneficios si los artesanos logran posicionarse en mercados internacionales, sin perder el equilibrio entre producción, ética y comunidad.

Como lo reconocen la UNESCO y otros organismos, las ICC son un pilar del desarrollo sostenible y de la diversidad cultural, por su aporte económico y simbólico. Tanto la OEI como el Observatorio MYPE coinciden: la transformación digital se sostiene en el conocimiento y también en la creatividad. Una política de innovación con identidad puede alinear economía y cultura: apoyando al talento local, protegiendo la creatividad y convirtiéndola en valor sostenible. La tecnología impulsará la innovación y la cultura aportará sentido. 

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