En El Salvador, la migración ha sido una realidad que se ha visto impulsada por múltiples factores como la inseguridad, la pobreza y la falta de desarrollo. Sin embargo, uno de los elementos más críticos es la escasez de oportunidades laborales, lo que lleva a muchos jóvenes y otros salvadoreños a emigrar de manera irregular. ¿Qué acciones podemos tomar para frenar esta fuga de talento que deja al país en busca de mejores oportunidades?
Hasta ahora, ninguna de las soluciones que se han intentado ha conseguido abordar el problema de raíz: la falta de oportunidades en el país. El informe de la MYPE 2024 examina la relación entre la migración forzada y el potencial dinamismo que pueden generar las microempresas en comunidades con menos oportunidades. Dos de las soluciones más efectivas que propone el informe son el fomento del emprendimiento y el fortalecimiento de las microempresas. Estas soluciones van más allá de la mera apertura de negocios; buscan crear un ecosistema en el que los salvadoreños encuentren opciones reales para prosperar en su propio país, aprovechando las remesas de manera productiva.
Ecos del pasado que resuenan en nuestros días
A partir de los años 70, la creciente inestabilidad política y la violencia produjeron un aumento notable en el número de salvadoreños que buscaron refugio, especialmente en Estados Unidos, convirtiéndose en un fenómeno central en la sociedad salvadoreña.
En nuestros días, decenas de miles de jóvenes que tienen expectativas de insertarse laboralmente se enfrentan a la realidad de un mercado laboral incapaz de brindarles un empleo digno. De los 85,000 jóvenes que cada año alcanzan la edad de trabajar, solo 15,000 logran acceder a un empleo formal. Ante esta situación, las alternativas se limitan a recurrir al autoempleo, la informalidad o la migración.
15,000 jóvenes logran acceder a un empleo formal
Sin embargo, la migración no solo representa un reto demográfico o social. Paradójicamente, también se ha convertido en un motor económico. El dinero que los migrantes envían a sus familias equivale a aproximadamente el 25% de la economía del país. Esta cifra es crucial porque nos permite ver cuán grande es el papel de las remesas en comparación con el Producto Interno Bruto (PIB), que mide todo lo que el país produce en un año. Al representar una cuarta parte de la economía, las remesas no solo mejoran la vida de muchas familias, sino que también son una fuente clave de ingresos para la nación, impulsando el consumo, los negocios y el bienestar general.
Si bien han sido un salvavidas para millones de familias, las remesas también representan un potencial de desarrollo no explotado: si se aprovecharan mejor, podrían utilizarse para promover la inclusión financiera, la educación, la salud y el emprendimiento, lo que contribuiría aún más al desarrollo económico de las comunidades receptoras.
Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2023, apenas el 1.3% de quienes reciben remesas las destinan a la inversión o creación de negocios. Este dato desvela que existe un porcentaje alto de remesas que podría ser utilizado de manera más productiva y volverse un herramienta para impulsar un cambio.
En contraste, como lo ha detallado el informe El estado de la MYPE, 2024. La otra cara de la economía, los microempresarios que reciben remesas destinan, en promedio, el 15.8% de estas a sus negocios.
Esta cifra demuestra que las remesas pueden ser una poderosa herramienta para fortalecer las microempresas y mitigar la migración forzada.
Además, el informe MYPE 2023 reveló que iniciar un negocio reduce en más del 60% la intención de emigrar entre los microempresarios, y este efecto es aún mayor en el sector agropecuario, donde alcanza el 80%. El emprendimiento, por tanto, no es solo una alternativa económica; es también una herramienta eficaz para arraigar oportunidades en el país.
¿Por dónde empezar?
La migración irregular no solo implica la pérdida de talento humano, sino también la separación familiar y el debilitamiento del tejido social. Fortalecer las oportunidades locales, especialmente apoyando a las microempresas rurales y juveniles, puede ayudar a retener el talento y preservar la cohesión familiar. Para lograrlo, es esencial un entorno con herramientas y apoyo adecuado que permita convertir los proyectos locales en realidades sostenibles.
Aquí es donde las políticas públicas juegan un papel fundamental. Según los propios microempresarios, las medidas más efectivas para frenar la migración incluyen:
Mayor acceso a financiamiento para expandir sus negocios 52%
Apoyo para formalizar las empresas 36.9%
Provisión de capital semilla a bajo costo 35%
Estos datos subrayan un camino claro para arraigar a la juventud en el país y frenar la fuga de talento que ha golpeado a El Salvador durante tantos años.
No obstante, la relación entre el emprendimiento, las remesas y la migración no es tan simple como parece. La violencia y las condiciones sociales también influyen en la decisión de emigrar. El informe revela que, aunque el estado de excepción ha reducido los índices de criminalidad en muchas zonas del país, los resultados no son uniformes. El 40.6% de los hogares de microempresarios reportó una disminución en la intención de emigrar debido a la mejora en la seguridad, pero un 34.1% indicó lo contrario, lo que muestra que aún quedan muchos desafíos por superar.