Portada Dinámica MYPEEl universo MYPE, un sector que camina a tres velocidades

El universo MYPE, un sector que camina a tres velocidades

escrito por PaísMYPE
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Cuando Vanesa de Martínez decidió dejar su empleo estable en el sector público para dedicarse de lleno a su pequeño negocio de repostería, Delicias Vane, lo hizo entre el miedo y la esperanza. “Yo sabía que me gustaba lo que hacía —dice—, pero no imaginé que ese hobby se convertiría en mi fuente principal de ingreso”. Hoy, su emprendimiento tiene una pequeña sala de ventas en San Miguel y puntos en universidades locales, tras un proceso que la llevó de la informalidad a la formalización plena.

70%


de la población económicamente activa encuentra empleo en las MYPES
Fuente: Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI

Su historia refleja una verdad más amplia: las micro y pequeñas empresas (MYPE) de El Salvador, el sector que sostiene al 70% de la población ocupada y aporta el 48.8% del PIB, no constituyen un bloque homogéneo. Mientras unas avanzan con productividad y financiamiento, otras luchan por sostenerse, y una mayoría lucha por sobrevivir entre la informalidad y la usura.

El Informe MYPE 2025 del Observatorio MYPE ofrece  una radiografía integral del sector, conformado por tres realidades que conviven dentro del mismo engranaje económico de El Salvador.

“La heterogeneidad es tan profunda que hablar de ‘la MYPE’ en singular es casi una simplificación estadística”, explica Luis Castillo, director del Observatorio MYPE. “En un extremo hay empresas con productividad superior al promedio nacional; en el otro, miles de unidades de subsistencia atrapadas en ciclos de vulnerabilidad que el sistema formal no reconoce”.

Esa diversidad interna es lo que da sentido a la metáfora de las tres velocidades: unas que avanzan, otras que intentan no rezagarse y un vasto segmento que sobrevive en condiciones muchas veces precarias.

Velocidad 1 – Las que avanzan

Solo el 3.6% del parque empresarial salvadoreño se ubica en esta primera velocidad, pero su aporte al PIB es más del doble, aportando en promedio 8.2% entre 2020-2023, lo que demuestra una productividad más del doble de su peso relativo. Son empresas formales, con acceso a crédito, estructura administrativa y visión de crecimiento. Algunas incluso han dado el salto de pequeñas a medianas empresas y exportan.

Luis Castillo lo sintetiza así: “Este grupo opera con modelos de gestión consolidados y en su mayoría genera empleo formal. Es un sector que tiene como su principal desafíos la innovación.Sin embargo, enfrentan un entorno de costos financieros altos y problemas para acelerar y hacer crecer sus empresas”.

Retrato de un hombre de cabello canoso y corto, con gafas, vestido con saco azul marino, camisa celeste y corbata azul claro. Sonríe levemente mientras posa frente a un fondo blanco liso. La imagen tiene un estilo formal, tipo fotografía institucional o profesional.

Luis Castillo

Director del Observatorio MYPE

Su desafío no es sobrevivir, sino mantener el ritmo y crecer: soportar las cargas tributarias, acceder a crédito de mediano plazo, ampliar mercados e integrarse adecuadamente a las cadenas más dinámicas. Pero mientras unas escalan, otras luchan por no quedarse atrás.

Velocidad 2 – Las que luchan por no rezagarse

En esta segunda velocidad se encuentran miles de microempresas que ya cruzaron la frontera de la informalidad o están en ese proceso, pero aún no logran consolidarse plenamente y simbolizan la transición. La mayoría son microempresas de expansión.

Vanesa de Martínez, que dirige Delicias Vane desde hace 3 años, pertenece a este segmento. Después de meses operando desde su casa, formalizó su negocio con el apoyo de CONAMYPE. “Al principio me daba miedo, pensaba que era un proceso complicado —cuenta—, pero con la asesoría adecuada fue rápido. Hoy facturamos en línea y todo está bajo la ley”.

En este proceso de consolidación, la digitalización puede ser el puente que impulse el crecimiento de las MYPES. Muchas ya usan medios digitales para comercializar: el 82.9% realiza transacciones por WhatsApp y el 61.8% se anuncia en Facebook. Sin embargo, aún persisten rezagos, especialmente en la gestión interna, donde muchas MYPES de “segunda velocidad” siguen trabajando con procesos manuales y operaciones en efectivo. Vanesa lo reconoce: “Antes no llevaba control de costos, prácticamente regalaba mi trabajo. Las formaciones en la Escuela LID me ayudaron a entender que formalizarse era también organizar mi mente y mi empresa”.

Vanesa

Microempresaria

Aun así, los desafíos son persistentes: competencia desleal, encarecimiento de insumos y exclusión financiera parcial. Para Luis Castillo, este grupo tiene un potencial inmenso: “Son negocios con empuje y aprendizaje acumulado, pero requieren políticas de transición, no de emergencia. Es el segmento donde la política pública tiene potencial de multiplicar su impacto”.

Velocidad 3 – Las que sobreviven

El 68% de las MYPES salvadoreñas se mueve en la tercera velocidad: la de la subsistencia. Aquí predominan las empresarias mujeres, con bajo nivel educativo y fuertes cargas de cuidado familiar. Según el Observatorio, el 62% de las empresarias MYPE tiene educación menor o igual a noveno grado y dedica 5 horas diarias al trabajo no remunerado.

Darling Sánchez, fundadora de Quesos de mi Pueblo, San Miguel, pertenece a este grupo que lucha contra la adversidad. Su emprendimiento nació durante la pandemia, cuando su esposo enfermó gravemente y ella debió asumir el sustento familiar. “Empecé haciendo todo desde casa, sin capital, solo con lo que tenía a la mano —relata—. Vendía a domicilio, casi sin ganancia, pero sabía que, si me detenía, perdía todo”.

Hoy, seis años después, su negocio produce no sólo lácteos, sino también chicharrones, encurtidos y otros productos. “No fue fácil —dice—, pero aprendí a no rendirme. Hay días en que las ventas bajan, pero me levanto igual. Eso también es parte de ser empresaria, ser resiliente y mantenerse constante”.

Este segmento es posiblemente el más afectado por la trampa de la usura, que drena US$1, 251 millones anuales de acuerdo a cálculos del Observatorio MYPE, el equivalente al 3.6% del PIB. Casi la mitad de las microempresarias recurre a prestamistas informales con tasas 20 veces superiores a las legales. “Sin educación financiera ni acceso real al crédito, la exclusión se vuelve estructural”, advierte Castillo. “Por eso es importante una reforma profunda a la Ley Contra la Usura y programas que premien la formalización con incentivos tangibles”.

Un sector heterogéneo y dinámico 

Las historias de Vanesa y Darling representan dos caras de una misma realidad: la resiliencia que sostiene a la economía salvadoreña desde la base.

El Informe MYPE 2025 deja claro que no son suficientes los programas uniformes aplicados por igual a todas las MYPES. Cada velocidad requiere políticas diferenciadas: (1) MYPES formales: crédito de mediano plazo, programas de acompañamiento integral para internacionalizarse o expandirse. (2) Las MYPES de expansión y en transición: requieren formación y acompañamiento para formalizarse, y apoyo en en gestión, contabilidad y digitalización de procesos y ventas. (3) De subsistencia: inclusión financiera básica, formalización simplificada y apoyos más integrales del ecosistema MYPE para mejorar su resiliencia.

Comprender que la MYPE camina a tres velocidades es importante para entender la dinámica de este complejo y heterogéneo sector, e identificar las oportunidades y necesidades que deben tomar en cuenta los actores públicos y privados interesados en proveer  servicios, apoyarlo y desarrollarlo.

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