En los últimos años, El Salvador ha sido testigo de un cambio fundamental en la forma en que los emprendedores, micro y pequeños empresarios acceden a los espacios públicos. Cada vez son más frecuentes las ferias, las nuevas plazas de comercio local, los corredores comerciales y otras formas de ordenamiento que buscan dar un marco más organizado a las actividades del comercio informal. Estos planes de ordenamiento territorial, sin embargo, han tenido como consecuencia la salida obligada de muchos comerciantes de los lugares que antes utilizaban. Esto ha afectado a no pocos, pero la experiencia demuestra que, cuando el ordenamiento se acompaña de nuevas oportunidades, puede convertirse en un motor de progreso para el sector.
Estos cambios obligan a los afectados a repensar la forma de operar y manejar sus negocios. Aquellos que han sabido poner creatividad y desplegar nuevas estrategias han logrado aprovechar el cambio como una oportunidad. Tal es el caso de Marcia Hennríquez, fundadora de Locura de Sabor, quien desde hace varios años forma parte de un corredor comercial en El Principito, en Santa Tecla, impulsado por la alcaldía local. Su experiencia muestra la importancia de acompañar toda política de ordenamiento con una estrategia paralela de creación de nuevos espacios públicos, que facilite a los empresarios adaptarse a los cambios que este proceso conlleva.
La historia de Marcia Henríquez: cuando la visión supera a la resistencia
Mientras muchos comerciantes veían con recelo la creación de nuevos espacios ordenados, Marcia decidió apostar por algo diferente. En lugar de resistirse al cambio, se convirtió en una de las primeras en instalarse en el corredor comercial del parque El Principito. Su intuición empresarial la llevó a ver lo que otros no: una oportunidad de profesionalizar su negocio en un entorno diseñado para el crecimiento.
Desde su experiencia en el corredor comercial, Marcia sostiene que estos espacios no son una solución total, pero sí una base sobre la cual se puede construir algo más robusto, siempre que se acompañen de manera adecuada:
«Yo le digo a la gente que este lugar me ha ayudado, aquí se puede crecer. Es un lugar donde hemos podido establecer nuestro negocio, atraer clientes y encontrar formas de colaborar con otros empresarios, pero también es de esforzarse.»

Marcia
Microempresaria
Su testimonio refleja cómo estos espacios pueden convertirse en plataformas de dinamismo económico local para las MYPE, cuando están bien diseñados y acompañados.
De la resistencia al crecimiento: adaptarse para prosperar
Para Marcia, emprender en este entorno ha significado mucho más que mantener su negocio a flote. Ha descubierto nuevas formas de crecer que nunca habría imaginado en su esquina anterior. Sus ventas ya no dependen solo de los clientes de paso, sino de una estrategia más sofisticada que ha desarrollado para captar y fidelizar a su clientela:
«Aquí uno no se puede quedar esperando. Hay que hablar con la gente, moverse, pensar en algo diferente.»
Su propuesta consiste en sopas instantáneas artesanales, elaboradas con ingredientes naturales y personalizadas al gusto del cliente. A esto suma una presentación llamativa, el trato cercano y algo que en su ubicación anterior era impensable: la colaboración estratégica con otros emprendedores del mismo espacio.
«Si un cliente me dice que busca algo para tomar, yo le recomiendo a la señora que está a la par. Y ella también me recomienda cuando alguien quiere comida. Entre todos jalamos más gente.»
Este modelo colaborativo no es casualidad, sino inteligencia empresarial. Los datos lo respaldan: según el estudio Estado de la MYPE 2024, el 40.3% de los empresarios que establecen alianzas reporta mayor estabilidad en la demanda y los precios.
Marcia también ha aprendido a leer los ritmos del nuevo espacio, aprovechando la afluencia de personas durante fines de semana y eventos especiales:
«Cuando hay más movimiento, todos vendemos mejor. Si hay ambiente, la gente se queda más tiempo. Eso nos ayuda a todos.»
Pero no todo ha sido fácil. Persisten desafíos que recuerdan que el ordenamiento, por sí solo, no garantiza el éxito. La falta de condiciones básicas —como sombra, mobiliario o un lugar para guardar insumos— sigue limitando la experiencia diaria:
«No tenemos dónde sentarnos, no hay lugar para guardar nada, si llueve, nos mojamos. Todo eso también influye.»
Este reclamo no es aislado. El 46.1% de los empresarios en espacios similares considera que más inversión en infraestructura tendría un impacto positivo en sus negocios, confirmando que Marcia vive una realidad compartida por muchos.
Hacia políticas locales con la MYPE en el centro
Más allá de los beneficios individuales, la experiencia de Marcia ilustra cómo estos espacios tienen el potencial de convertirse en verdaderos núcleos de dinamismo económico local. Allí las microempresas no solo coexisten: interactúan, crean vínculos y se complementan, generando cadenas de valor que trascienden el puesto de venta individual.
Para lograr que estas dinámicas sean sostenibles, se requiere equilibrar los esfuerzos de ordenamiento con inversión en infraestructura, reglas claras y escucha activa al sector. Como lo resume Marcia:
«No se trata solo de que nos den un espacio. Se trata de cómo lo hacemos funcionar y de que nos tomen en cuenta.»
El más reciente informe trimestral del Observatorio MYPE estima que cerca de 23,937 MYPES reportaron haber sido afectadas por procesos de reordenamiento territorial en las zonas donde desarrollan sus actividades.
La consolidación de estas iniciativas depende de que se fortalezcan los mecanismos de continuidad: inversión pública y privada, marcos normativos coherentes y canales de diálogo entre autoridades y empresarios. No se trata únicamente de habilitar un espacio, sino de concebirlo como un ecosistema en evolución, donde la voz de la MYPE no solo se escucha, sino que se incorpora a las decisiones.
Mientras prepara su última sopa del día, Marcia observa el corredor donde ha construido su negocio exitoso. «Muchos no se atrevían a venir acá al principio», reflexiona, «pero yo vi que esto podía funcionar si uno se lo propone.» Su historia demuestra que el ordenamiento, cuando se acompaña adecuadamente, puede ser el escenario perfecto para que una empresaria visionaria transforme una oportunidad en crecimiento sostenible.