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Saraí Benítez (La Conchagüeña), Tito Ventura (Rusticanto) y Rosmery Muñoz de Ramírez (La Casita de Eli), empresarios participantes del conversatorio del Informe MYPE 2025, moderado por la Licda. Claudia Dueñas, gerente de la Escuela LID. |
El pasado 3 de octubre, el Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI, en alianza con FLACSO El Salvador, presentó el informe anual El Estado de la MYPE 2025. Este tercer informe del Observatorio MYPE, el más completo hasta ahora, ofrece una mirada profunda sobre el papel real de las micro y pequeñas empresas en la economía nacional y sobre los desafíos que aún limitan su potencial.
Durante décadas, las MYPE han estado presentes en la vida cotidiana: producen, emplean y sostienen comunidades enteras, pero han permanecido invisibles en las estadísticas oficiales. Tres años consecutivos de investigación comienzan a corregir esa omisión. Hoy, los datos no dejan espacio a la duda: gran parte del país se sostiene sobre el esfuerzo de estas empresas.
Lo que revelan los datos
El informe demuestra que las MYPE generan casi la mitad de la producción nacional: en promedio, aportaron el 48.8% del PIB entre 2020 y 2023. Por primera vez, este cálculo integra al sector formal e informal, desarmando la idea de que su impacto es menor o marginal. Su peso en la economía es tan evidente como innegable.
Pero la fortaleza de las MYPE convive con amenazas que asfixian su crecimiento. La más grave: la usura. Ocho de cada diez empresas recurren a prestamistas informales, en un circuito que en 2024 movió más de US$1,200 millones, equivalente al 7.4% del crédito otorgado por la banca formal. Las tasas son tan elevadas —en promedio 1,869% anual— que el crédito, en vez de impulsar, se convierte en una trampa que erosiona los márgenes y perpetúa la pobreza. Este fenómeno, de magnitud macroeconómica, expone el fracaso de la Ley contra la Usura y reclama una respuesta urgente: crear instrumentos financieros adaptados a las realidades de las MYPE, fortalecer la supervisión y promover educación financiera que les devuelva el control de su futuro.
Otro hallazgo revela un país a medio camino en su transformación digital. El acceso a internet ya no es el mayor obstáculo, pero la calidad del servicio y el uso limitado de herramientas tecnológicas frenan el salto hacia una economía más productiva. Ocho de cada diez negocios usan WhatsApp y seis de cada diez Facebook para vender o comunicarse, pero dos de cada tres aún operan solo en efectivo. Las plataformas de pago, la gestión digital y la capacitación siguen siendo terreno inexplorado para la mayoría. Sin una adopción tecnológica integral, la digitalización no se traduce en mayor competitividad ni en acceso a nuevos mercados.

A ello se suma un peso silencioso: la carga del cuidado. Seis de cada diez empresarios dedican más de cuatro horas diarias a tareas no remuneradas, y entre las mujeres esa cifra asciende a cinco. Esta doble jornada reduce su tiempo productivo, limita la expansión de sus negocios y perpetúa desigualdades estructurales. El informe recuerda que sin políticas que redistribuyan las responsabilidades del cuidado, no habrá verdadera equidad económica.
Más que un diagnóstico
El informe no solo aporta cifras: abre una conversación necesaria sobre el modelo de desarrollo a seguir en El Salvador, donde las micro y pequeñas empresas ocupen un papel central. Las MYPE representan el 70% del empleo y el 99% del parque empresarial salvadoreño, pero siguen fuera de los beneficios del crecimiento. Mientras los indicadores macroeconómicos mejoran, los pequeños empresarios enfrentan deudas impagables, falta de crédito, exclusión tecnológica y sobrecarga doméstica. El país crece, pero muchos de quienes lo hacen posible quedan atrás. Esa es la paradoja que interpela: ¿de qué sirve crecer si la mayoría queda fuera del bienestar?
El rumbo a seguir
El Estado de la MYPE 2025 no es solo una radiografía del presente, sino una hoja de ruta. Colocar a las MYPE en el centro de la política económica no es un acto de justicia, sino una estrategia de futuro. Significa reconocer que el desarrollo sostenible empieza desde abajo: en los talleres, los mercados, los pequeños comercios y las familias que todos los días hacen que la economía funcione.
Cuando las MYPE prosperan, prospera El Salvador. Esa es la lección que este informe nos invita a asumir: el crecimiento solo tiene sentido si se traduce en vidas más dignas, oportunidades más amplias y un país que avanza con todos.