El 8 de octubre, la Asamblea Legislativa autorizó la gestión de préstamos dirigidos a fortalecer las capacidades productivas de 74,000 familias dedicadas a la pequeña agricultura. Según la información, esta iniciativa, impulsada por el Ministerio de Agricultura, busca mejorar el acceso a mercados y promover técnicas agrícolas resilientes al cambio climático en las zonas rurales.
Familias dedicadas a la pequeña agricultura
Este tipo de financiamiento representa una inyección directa al sector agropecuario, donde se ubica una gran parte de las micro y pequeñas empresas (MYPE) y los trabajadores por cuenta propia en El Salvador. Desde la posición de un observador imparcial, resulta importante examinar la manera en que esta medida responde a las dificultades estructurales propias del ecosistema de las MYPE agropecuarias.
El ecosistema agropecuario: Desafíos de conectividad y formalización
La inyección de capital representa una oportunidad significativa para el sector agropecuario, un área crítica por su alta concentración de trabajadores. Al financiar la digitalización y la modernización agrícola, se establecen las bases esenciales para la integración de las Micro y Pequeñas Empresas (MYPE) a cadenas de valor más competitivas, asegurando su desarrollo y crecimiento.
Según las investigaciones del Observatorio MYPE, las MYPES rurales enfrentan los siguientes retos:
- Baja adopción tecnológica: Un significativo 44.4% de los empresarios del sector agropecuario no incorpora tecnología moderna o digital en las actividades de producción. Este rezago limita significativamente su capacidad para integrarse y escalar en el mercado.
- Brecha de conectividad: La conectividad es un reto; si bien la gran mayoría de los empresarios tiene acceso a internet (solo el 15.3% no tiene acceso en su negocio), este acceso es en gran medida deficiente e inestable debido a una brecha en la infraestructura de alta calidad.
- Digitalización aplicada: A pesar de las bajas tasas de conectividad, los empresarios agropecuarios reportan el mayor uso de plataformas de geolocalización (como Google Maps o Waze) para concretar ventas (4.9%), indicando que existe disposición para adoptar herramientas que generen beneficios directos en la comercialización.
La implementación de préstamos que promueven técnicas resilientes al cambio climático debe ir de la mano con estrategias que cierren la brecha digital. El financiamiento podría incluir componentes obligatorios para la adquisición de herramientas de gestión digital o la formación en su uso, lo cual es vital dado que la digitalización interna está actualmente limitada a la coordinación de entregas, con escasa adopción para otras funciones administrativas clave.
Arraigo y desarrollo social
Otro impacto crucial que puede tener la ampliación del crédito es la mitigación de la intención migratoria. Según el Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI, el sector agropecuario muestra las mayores proporciones de empresarios que creen que sus parientes consideran migrar (26.5%).
- Formalización como disuasivo: El impacto de iniciar un negocio en la propensión a emigrar es el mayor en los emprendedores del sector agropecuario, logrando una disminución de la intención de emigrar en más del 80%.
- Políticas eficaces: Las políticas consideradas más efectivas para disuadir la migración de familiares son el apoyo para formalizar el negocio (58.3%) y los programas de desarrollo rural (50%).
Sin embargo, la formalización enfrenta un obstáculo principal: el 44.8% reporta que los ingresos no alcanzan para pagar las contribuciones sociales e impuestos. Dado que las MYPE en este sector tienen uno de los valores promedio de ventas diarias más bajos (USD 97.32) y pagan un salario promedio que está entre los más bajos, el diseño del crédito debe considerar periodos de gracia y estructuras de pago flexibles que permitan a los productores generar nuevos ingresos antes de enfrentar las cargas de la formalización.
Conclusión
La provisión de financiamiento a 74,000 familias agrícolas crea una ventana de oportunidad para el desarrollo. El verdadero valor de estos préstamos no solo reside en la inyección de capital, sino en su potencial para servir como un vehículo que impulse la integración tecnológica, modernización y la formalización de las MYPE rurales, especialmente las de acumulación y pequeña empresa, lo cual es fundamental para el arraigo y la resiliencia del sector.