Portada Dinámica MYPE¿Por qué las MYPES salvadoreñas producen mucho pero invierten poco?

¿Por qué las MYPES salvadoreñas producen mucho pero invierten poco?

escrito por PaísMYPE
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Las micro y pequeñas empresas (MYPE) son un pilar del tejido productivo salvadoreño. Más allá de su peso en empleo y número de negocios, hay una pregunta clave para entender su impacto real: no solo cuánto producen, sino cómo se reparte ese valor.

Estimaciones del Observatorio MYPE señalan que en 2023 el sector aportó 43% del PIB, equivalente a US$13,500 millones a precios corrientes (con base en cifras del BCR). Pero el dato que más revela el “ADN” del sector es otro: entre 2020 y 2023, en promedio, el 82.5% del Valor Agregado Bruto (VAB) de la MYPE se destinó al pago de salarios.

Esto sugiere que la MYPE funciona, en buena medida, como un mecanismo de distribución de ingresos hacia miles de hogares. Sin embargo, la historia cambia cuando se separa por condición de formalidad.

Los informes del Observatorio muestran que las MYPE informales —que representan 76% del total— operan con márgenes estrechos: casi todo lo que generan se va a remuneraciones, dejando poco espacio para excedentes e inversión productiva. Es el círculo del corto plazo: se produce, se paga, se repone… y queda poco para crecer.

En cambio, las MYPE formales tienden a mostrar una distribución diferente: menor proporción del VAB a salarios y mayor capacidad de generar excedentes (Excedente Bruto de Explotación). Ese excedente no es solo “ganancia”: es lo que permite sostener el negocio, invertir, mejorar productividad y resistir shocks.

Por eso, hablar de MYPE no es solo hablar de emprendimiento. Es hablar de productividad, ingresos, sostenibilidad y del tipo de políticas que ayudan a que producir también signifique prosperar. Si la mayor parte del valor se paga en salarios, la política MYPE también es política de ingresos y bienestar.

Hacia una política de productividad, no solo de registro

Si aceptamos que la MYPE opera hoy más como fuente de ingresos familiares que como unidad de acumulación corporativa, las políticas públicas deben ajustarse a esa realidad. La formalización no debe venderse solo como un deber legal, sino como la herramienta financiera que permite romper el «círculo del corto plazo».

Para que el sector dé el salto, hay tres ejes de acción derivados de este diagnóstico que deberían al menos estudiarse:

1. Financiamiento para transformación, no solo para operación: El crédito no debe ser solo para comprar mercadería (capital de trabajo), sino para adquirir tecnología y maquinaria que aumente el margen de ganancia, permitiendo que el Excedente de Explotación crezca.

2. Educación financiera para separar el negocio de los gastos familiares: Capacitar masivamente para separar las finanzas del hogar de las del negocio. Mientras la caja chica de la empresa sea la billetera del dueño, la inversión será extremadamente difícil.

3. Protección social independiente: Si el empresario debe sacar dinero del negocio para cubrir cada emergencia de salud familiar, la empresa se descapitaliza. Un sistema de protección social accesible para independientes protegería la liquidez de la MYPE.

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