Parte II
En los últimos años, el Gobierno de El Salvador ha implementado importantes iniciativas dirigidas a facilitar la formalización empresarial y promover la integración comercial de las MYPES. La aprobación de las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), vigente desde febrero de 2024, permite que una sola persona constituya formalmente un negocio con un capital social mínimo de $1, eliminando una barrera histórica para muchos microempresarios.
Además, la reforma al artículo 20 de la Ley para Facilitar la Inclusión Financiera, vigente desde noviembre de 2023, permite abrir cuentas bancarias con solo presentar el DUI, sin monto mínimo. Esto ha sido clave para reducir la brecha de bancarización que afecta al sector.
Plataformas digitales como «Crea Empresa» y Simple.sv han simplificado trámites gubernamentales, integrando servicios de Múltiples instituciones en un solo portal. Por otro lado, el sistema Transfer365, lanzado por el Banco Central de Reserva en 2022, permite realizar transferencias interbancarias utilizando únicamente el número de celular, democratizando el acceso a servicios financieros básicos.
CONAMYPE también ha desarrollado programas específicos, como el Programa de Garantía para la Micro y Pequeña Empresa y el Fondo para el Emprendimiento y Capital de Trabajo, destinando $15 millones en total para apoyar al sector.
Sin embargo, según la última encuesta nacional de CONAMYPE (2017):
Esto indica que, aunque hay avances, aún queda mucho camino por recorrer para que estos instrumentos lleguen efectivamente a quienes más los necesitan.
La experiencia regional muestra caminos posibles. En Costa Rica, el sector de carne bovina ha sido un caso exitoso tras el TLC con China. El protocolo sanitario para ese producto se aprobó en octubre de 2012 y ya en 2015 se registró exportaciones por $10 millones. Para 2020, esa cifra ascendió a $59,7 millones, mostrando un crecimiento del 497% en cinco años. Este ejemplo demuestra que los tratados de libre comercio bien negociados pueden ser impulsores del desarrollo económico, siempre que vayan acompañados de políticas públicas que fortalezcan a los sectores más vulnerables.
En el Perú, la empresa FERVAL SAC inició sus actividades en 2011 ofreciendo productos orgánicos como harina de maca, quinua y cacao. En abril de 2018 comenzó a trabajar junto con Myperuglobal y su aliado estratégico en el país de destino, iniciando un proceso de preparación e internacionalización para la exportación de sus productos al mercado norteamericano. Este caso ilustra cómo el acompañamiento técnico y el acceso a redes comerciales internacionales pueden transformar una pequeña empresa local en un actor global.
Un comercio exterior incluido
Los modelos empresariales de franquicia están cobrando fuerza poco a poco en El Salvador. Desde 2019, al menos 37 franquicias han consolidado este mecanismo de negocio, según la Corporación de Exportadores de El Salvador (COEXPORT). Al menos dos de estas compañías han llevado sus franquicias fuera del país, en rubros como café y alimentos. Esto abre una nueva puerta para que las MYPES puedan escalar sus operaciones sin necesidad de invertir grandes capitales.
Los tratados de libre comercio bien negociados pueden ampliar oportunidades y robustecer la competitividad, pero no son multas en sí mismos. La política comercial de El Salvador exige tanto la firma de acuerdos como la creación de un entorno favorable que fomente la participación y el beneficio genuino de las empresas. Es crucial establecer condiciones efectivas y accesibles para garantizar que el tejido empresarial, sobre todas las Mypes, pueda sacar el máximo partido a las oportunidades que brinda el comercio internacional.
La apertura de mercados debe buscar la inclusión y el beneficio de quienes forman el núcleo productivo nacional. Como señala el Observatorio MYPE de FUSAI, un modelo de liberalización comercial sin inclusión corre el riesgo de debilitar la capacidad productiva de las micro y pequeñas empresas.
Rutas hacia la integración productiva
La historia de Emma Martínez, quien pasó de vender dulces en paradas de autobuses a consolidar ChocoExpress, podría replicarse miles de veces si existieran puentes más efectivos entre el talento microempresarial y las oportunidades que ofrecen los mercados internacionales.
Los avances institucionales recientes —desde las SAS hasta las plataformas digitales de formalización— representan herramientas que podrían facilitar este proceso, aunque su implementación efectiva requiere mayor difusión y adaptación a las realidades del microempresario.
La pregunta no es si el país debe abrirse a China u otros mercados, sino cómo hacerlo incluyendo al 99% del empresariado que, hasta ahora, ha permanecido al margen de los beneficios del comercio. La respuesta se encuentra en las voces, experiencias y propuestas de los propios microempresarios, quienes han demostrado repetidamente su capacidad de transformación cuando encuentran las condiciones adecuadas para prosperar.